La morosidad, incluyendo retraso e impagos definitivos en el mismo paquete, puede ser considerado como un virus. Un virus que pasa de cliente a proveedor, infectando las relaciones comerciales, generando olas que tarde o temprano llegan a nuestra playa. Y es que posiblemente ese cliente nuestro sea un joya. Pero, ¿quién controla al cliente del cliente?, ¿y al cliente del cliente del cliente? En ocasiones, veremos la ola avanzar a cámara lenta pero de modo inevitable, otra nos pillará de lleno.
Uno de los perjuicios de la bonanza económica es que las empresas han relajado sus estándares de riesgo. Además no se potenciado el estudio jurídico, social y económica de la morosidad ni de las crisis empresariales. Un ejemplo de ello es la triste reforma de la Ley Concursal, que se ha quedado muy muy corta, y con una mentalidad muy pacata. Por tanto, no es esperemos tener brillante herramientas terapéuticas para esta enfermedad, teniendo que conformarnos con contar con buenas herramientas de diagnóstico y prevención. En este sentido me parecen interesantes los llamados mapas de morosidad.
Iberinform, una filial de Crédito y Caución, acaba de publicar un mapa en el que se recoge, conforme a un modelo matemático, la mayor o menor propensión al impago de las empresas españolas según su origen geográfico. El resultado es un porcentaje de empresas, sobre el total de las censadas en la zona, con alto riesgo de impago. La clasificación queda como sigue:
- Baleares 27,3%
- Asturias 16,2%
- Andalucia 15,1%
- Canarias 15%
- Valencia 14,4%
- Galicia 13,3%
- Murcia 12,2%
- Extremadura 9,9%
- Cantabria 9,2%
- Aragón 8,8%
- Cataluña 8,3%
- Castilla-Leon 7,5%
- Castilla La Mancha 7,4%
- Madrid 7%
- La Rioja 5,9%
- Navarra 5,6%
- País Vasco 5,5%
