La presión sobre la deuda de las empresas, alentada por las exigencias de las agencias de calificación crediticia, está forzando a las grandes compañías españolas a poner en revisión, casi cada trimestre, su estrategia, así como a continuas reestructuraciones.
Con unos mercados financieros muy exigentes y varios procesos de refinanciación a sus espaldas, las corporaciones se han visto obligadas a convertir la reducción de deuda en su gran prioridad, hasta el punto de hacer pivotar alrededor de este objetivo, en gran medida, toda su estrategia empresarial. Durante los próximos doce meses, los grupos del Ibex 35 tienen que hacer frente a vencimientos de deuda por valor de 45.000 millones de euros.
Ante este panorama, al que se suma un contexto de ingresos decrecientes por la caída de la actividad, los procesos de venta de activos no estratégicos, la cancelación de dividendos o los recortes de costes y plantilla forman parte de la actividad diaria de compañías como Telefónica y Repsol, entre muchas otras, que, sin embargo, cuentan con números sólidos, negocios diversificados y actividades sanas. Aunque algunas compañías han vuelto a encontrar financiación con la emisión de deuda, los gastos financieros para el pago de los intereses de la deuda devoran una descomunal cantidad de recursos que, en otras circunstancias, las empresas podrían emplear en inversiones en otros negocios y regiones o en el pago de dividendos a sus accionistas. Urge, por lo tanto, sanear los balances para afrontar con determinación los retos futuros.