Cobrar facturas impagadas de los últimos años se ha convertido para muchos negocios españoles en la forma de obtener nueva liquidez para el correcto desarrollo de la actividad.
Y es que ante la falta de financiación bancaria, se hace necesario abrir el cajón y reclamar el cobro de aquellas facturas que no han sido cobradas hasta la fecha.
En época de bonanza, estas facturas no cobradas suponían una pérdida aceptable pero ante la actual crisis económica y financiera, pasan a ser balones de oxígeno. De este modo podemos hablar que nuestras empresas y negocios se han vuelto más exigentes a la hora de hacer efectivo el cobro de las facturas emitidas y que no son liquidadas a su vencimiento.
Esta situación lleva a la reflexión de pensar en que si se hubieran adoptado estas prácticas de rigor en el cobro de facturas durante la última década, el impacto sobre la economía de las empresas habría sido seguramente de una menor escala.