Las buenas relaciones comerciales y mercantiles entre cliente proveedor se están viendo afectadas por las dificultades de pago.
Por ello, muchas empresas suministradoras están reduciendo drásticamente los riesgos concedidos a sus clientes y en muchos casos, procediendo a demandar a aquellas empresas con las que han tenido un buen trato comercial de años, incluso décadas.
Y es que muchos clientes actuando de mala fe, aprovechan la buena relación habida hasta la fecha para dejar importantes deudas a aquellos proveedores que anteriormente han confiado en ellos, los cuales son los principales afectados en la cadena de impago.
El cliente del proveedor suele utilizar en muchas ocasiones la caída del consumo para justificar el impago de una factura y dónde ésta antes se contabilizada como una pérdida, la falta de liquidez hace más que necesaria la disposición de activo, llegando a emprenderse acciones de recobro llegado el momento.
Podríamos hablar de que se advierte un cambio de comportamiento en el proveedor, que debido a la situación actual, ha perdido la confianza y paciencia con su cliente y ahora además de ser más restrictivo, va a emprender acciones de recobro de facturas impagadas de años atrás que habían quedado guardadas en el cajón.