En los últimos años y a raíz de la actual crisis económica que atravesamos y que no parece acabar a corto plazo, las empresas dedicadas a la fabricación y distribución de mercancías acusan máximos históricos en índices de facturas impagadas.
Ante una situación crítica de impago que afecta a elevados porcentajes sobre la facturación global, las empresas distribuidoras deben de minimizar al máximo todos los riesgos de impago de facturas para prevenir posibles problemas de morosidad empresarial.
En caso de no ser posible una labor preventiva que permita minimizar el riesgo de impago de facturas, se deberán de aplicar políticas de gestión de cobro que garanticen unos mínimos de recuperación aceptables que doten a la empresa de nueva liquidez a partir de la recuperación de esas facturas que han sido impagadas por clientes morosos.
El cobro de morosos en el sector de la distribución tiene como norma general el gran problema el que el cliente suele ser un establecimiento y éste sufre en primera plana el impacto del comercio decreciente, que dificulta los cobros y por tanto el pago a proveedores.
Saber cobrar deudas de clientes morosos es una labor que ha de enfocarse inicialmente desde la propia organización interna de la empresa y más tarde dedicar recursos externos que permitan dotar a la empresa de una mayor eficiencia en la labor de gestión de cobro de estos saldos que han sido impagados de forma voluntaria o no por parte de los clientes.