España será el único gran país de la UE cuya economía siga contrayéndose este año. Estos datos, como ayer advertía el comisario Olli Rehn, ponen de manifiesto “una recuperación a varias velocidades”, que tiene también su reflejo en la desbocada tasa de paro en España, por encima del 20%, el doble que la media europea. El horizonte para España está condicionado por las incertidumbres, que hacen temer un largo periodo de estancamiento. Al contrario que en otras grandes economías europeas, el sector exterior aquí sigue sin ofrecer el dinamismo requerido para compensar el hundimiento de la demanda interna. Hay que sumar también la estrechez que aún caracteriza los flujos crediticios hacia las empresas, pese a que se ha avanzado bastante en la consolidación del sector financiero, lo que impide reflotar la confianza y espolear las inversiones.
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España, una economía en segundo plano