Entre exclusivos yates y veleros que engalanan los puertos deportivos de la provincia malagueña, cada vez se cuela más chatarra flotante que sólo unos años atrás costaban miles de euros. Desde 2009 ha aumentado el número de los conocidos como barcos fantasmas que se encuentran anclados en los pantalanes o en dique seco deteriorándose al sol y al ambiente marino.
El sector náutico tampoco se ha librado de la crisis y aunque sea de forma moderada, varios son los puertos de Málaga que arrastran el castigo que la coyuntura económica ha impuesto a decenas de personas que han tenido que abandonar sus embarcaciones de recreo para no pagar el precio de atraque y su mantenimiento.
La mayoría de las instalaciones portuarias de la provincia ha tenido que lidiar con algún caso de este fenómeno. Pero la mayor preocupación de sus dirigentes radica en la lista de "personas que tienen dificultades para pagar los amarres cada mes y que con el paso del tiempo crece más", asegura Manuel Raigón, director general de Marinas del Mediterráneo, empresa concesionaria de los puertos de Estepona y Manilva.
En estos enclaves se ha ordenado en los últimos dos años el embargo y lanzamiento –la retirada física del barco del punto de amarre por orden de un juez– de más de 20 embarcaciones por impago de los alquileres. "La previsión que tenemos es que en pocos meses se agravará la situación", lamenta Raigón.